POLÍTICAS INCLUSIVAS
Se trata de iniciativas de gestión que buscan orientar los cambios necesarios en el sistema educativo para garantizar el derecho a una educación inclusiva.
Con base en lo establecido por Gómez (2010), "Las políticas de inclusión social están orientadas a permitir o facilitar el acceso y uso de espacios a las personas con discapacidad" (p. 71)
Las políticas inclusivas
Abarcan los distintos niveles o etapas del sistema educativo, si bien unos países las conciben desde una mayor globalidad y extensión que otros.
Deben garantizar el acceso universal a los servicios básicos y la salvaguarda de los derechos de ciudadanía; tienen que orientarse, asimismo, a la transformación de la realidad social según dictan los valores de equidad, solidaridad y respeto por las diferencias; y, por último, deben comprometerse con el devenir del mundo, promoviendo el desarrollo sostenible y contribuyendo a la lucha contra el cambio climático.
Se dirigen a satisfacer tanto las necesidades materiales para llevar una vida digna como aquellas relacionadas con el vínculo social. En ellas hay que encajar la diversidad social y el derecho a la diferencia, con la promoción de relaciones igualitarias que reduzcan las inequidades económicas, sociales y culturales.
“Internacionalmente, la inclusión es entendida como una reforma que apoya y promueve la diversidad entre todos los estudiantes (UNESCO, 2001). Asume que la meta de la inclusión educativa es eliminar la exclusión social, que es una consecuencia de las actitudes y respuestas a la diversidad en raza, clase social, etnicidad, religión, género y habilidad. Concebida así, se basa en la creencia que la educación es un derecho humano básico y el fundamento de una sociedad más justa.” (Ainscow y Miles)
La política de educación inclusiva para la población con necesidades educativas especiales con y sin discapacidad, se formula en el cumplimiento del marco legal y político vigente en el país.
Al Ministerio de Educación le corresponden responsabilidades indeclinables como órgano rector del sistema educativo, una de ellas es plantear a la sociedad en su conjunto directrices que contribuyan con la satisfacción de las necesidades de educación de la población guatemalteca dentro de la que se incluye a la niñez y juventud con necesidades educativas especiales con y sin discapacidad.
La Constitución Política de la República establece que la población guatemalteca tiene derecho a recibir educación en forma gratuita y obligatoria sin discriminación alguna. La Ley de Educación Nacional (Decreto 12-91) reconoce (Título IV, Capítulo III) que la Educación Especial es una modalidad educativa transversal en el sistema educativo nacional. La Ley de Atención a las Personas con Discapacidad (Dto. 135-96) garantiza la igualdad de oportunidades para las personas con discapacidad, en ámbitos como: salud, educación, trabajo, recreación, deportes y cultura. El Acuerdo Ministerial 830-2003 (Política y Normativa de Acceso a la Educación para la población con Necesidades Educativas Especiales) define que la población con necesidades educativas especiales con o sin discapacidad, tiene derecho a la educación especial, así como a la educación regular con los servicios de apoyo respectivos.
También la Convención sobre Derechos Humanos de las Personas con Discapacidad, recientemente aprobada por Naciones Unidas, la cual establece el reconocimiento de los derechos y responsabilidades de las personas con discapacidad que, en el tema de educación privilegia el enfoque de la educación inclusiva.
http://www.siteal.iipe.unesco.org/sites/default/files/sit_accion_files/siteal_guatemala_6014.pdf
PRÁCTICAS INCLUSIVAS
La EI (Educación Inclusiva) es un proceso que reestructura las políticas, culturas y prácticas, busca el aprendizaje y participación de todos los estudiantes, así como el involucramiento de toda la comunidad para mejorar la escuela en beneficio de docentes y estudiantes. La implementación de la EI busca superar las barreras para el acceso y la participación; considera la diversidad como una riqueza para el proceso de enseñanza-aprendizaje (Booth & Ainscow, 2002). Sin embargo, su implementación exige un proceso situado, en el que se consideren la historia de las instituciones, sus recursos, su capacidad de cambio, entre otras.
Las prácticas inclusivas puestas en marcha por las y los docentes. Las Prácticas Inclusivas (PI) constituyen una de las dimensiones del proceso de inclusión (Booth & Ainscow, 2002), y se refieren a todo lo que hace el profesorado para lograr el desarrollo integral de todos sus estudiantes y así brindar una educación de calidad (Fernández, 2013). Las PI son contextuales, es decir, se implementan en función de las necesidades del grupo, así que desde este enfoque se habla de prácticas adecuadas o inadecuadas, porque lo que funciona para un grupo puede no hacerlo en otro (Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura, 2009).
Exigen cambiar la organización escolar, crear aulas donde el alumnado tenga la confianza de expresar sus dudas, que docentes y estudiantes se sientan cómodos ante la diversidad y sean capaces de reconocerla como un desafío que favorece los procesos de enseñanza-aprendizaje (Echeita & Ainscow, 2010), es decir, que para lograrlas se deben cumplir con requisitos como:
Diseñar diversos materiales teniendo en cuenta las características del alumnado.
Usar diferentes estrategias de enseñanza- aprendizaje.
Flexibilidad curricular.
Libertad para que el alumnado decida qué y cuándo evidenciar su aprendizaje.
Ofrecer variedad de actividades que motiven al alumnado.
Ahora claro, te dejo el link de una guía con 10 prácticas ideas simples para llevar a acabo en tu escuela: http://blog.tiching.com/10-ideas-trabajar-forma-inclusiva-aula/
CULTURA INCLUSIVA
Cultura inclusiva en la escuela Se define la cultura inclusiva como aquella centrada en “crear una comunidad segura, acogedora, colaboradora y estimulante en la que cada uno es valorado, como el fundamento primordial para que todo el alumnado tenga los mayores niveles de logro. Pretende desarrollar valores inclusivos, compartidos por todo el profesorado, el alumnado, los miembros del consejo escolar y las familias, que se transmitan a todos los nuevos miembros del centro educativo” (Booth & Ainscow , 2002, p.16).
Hablar de cultura inclusiva en la escuela es abordar la modificación de nuestros prejuicios y estereotipos o modelos mentales –con los que docentes y padres de familia hemos crecido, reproduciendo algunas prácticas poco acertadas para la formación integral de nuestros estudiantes e hijos– y empoderar nuestros pensamientos, hechos y palabras para que sean la clave para construir un clima escolar favorable en donde los maestros y docentes sean fiel reflejo de la práctica de valores como el respeto, la colaboración, la justicia, la identidad, etc. La escuela, la cual debe cumplir con una función académica y socializadora (pero que enfatiza en la primera por la cuestión de tener que brindar resultados centrados en una educación de calidad) no hace otra cosa que olvidar el informe de monitoreo de la UNESCO Educación para Todos (2005), en el que se establecen tres elementos para definir la educación de calidad:
respeto de los derechos de las personas; equidad en el acceso, procesos y resultados; y pertinencia de la educación.
La escuela será de calidad cuando dé respuesta a la diversidad, haciendo las adaptaciones curriculares en la metodología, recursos, evaluación. Y cumplirá con la función socializadora cuando favorezca el manejo de conflictos de manera pacífica, y permita la toma de decisiones y la autorregulación de las emociones, las cuales se ven reflejadas en una convivencia armónica.
En el Marco de Acción de Dakar de Educación para Todos que se llevó a cabo en el 2000, nuestro país asumió compromisos comunes frente al mundo para velar por la equidad y la inclusión social
La cultura inclusiva en el aula nos invita a romper las barreras del silencio, del miedo a lo desconocido; a reflexionar sobre nuestra práctica docente y sobre la puesta en marcha de un currículo oculto (aquellos aprendizajes que son incorporados por los estudiantes aunque no figuren en el currículo oficial pero que están allí para vivenciarlo); a acompañar ese currículo con nuevas formas de guiar el aprendizaje, como por ejemplo el aula invertida (en la que con ayuda de la tecnología podemos incentivar el trabajo colaborativo); a incluir otras maneras de evaluar como las rúbricas o escalas; o a llegar a la persona para transformarla y liberarla, como dice Paulo Freire.
¿Qué te parece? ¿Suena complejo? No te preocupes, la práctica lo hará más fácil y con e tiempo tu entorno, específicamente tu escuela, será mayormente inclusivo y se reconocerá ante la moda de instituciones que no son inclusivas, te lo aseguramos.
Confiamos lector, en que un mundo donde la escuela sea de todos y todos a la misma escuela es posible, y con tu ayuda podremos llegar más rápido. ¡Déjanos tu opinión!
Hecho por: Andrea De la Luz, Tania Lúa y Magdalena Valdivia.
REFERENCIAS:
https://www.usfq.edu.ec/publicaciones/para_el_aula/Documents/para_el_aula_14/pea_014_0012.pdf
http://www.scielo.org.pe/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1729-48272017000100004
videos
https://www.youtube.com/watch?v=bl1fZrNCJa8